Esta receta la tenía pendiente de colgar desde que hice los pinchos morunos. Como me sobró algo de carne y algunos trozos de cebolla y pimiento, en lugar de tirarlo, decidí hacer una pizza. En este caso la masa la hice gruesa y esponjosa, más o menos del estilo de las que usan para las pizzas congeladas de carne.
Tiempo de preparación: 20 minutos
Ingredientes (Para 4 personas):
- Los restos de los pinchos morunos
- Tomate triturado
- Mozzarella rallada
- Salsa worcestershire
Para la masa:
- 500 gramos de harina de fuerza.
- 275 ml de agua tibia
- 4 cucharadas de aceite de oliva
- 1 cucharada de sal
- 1 cucharada de azucar
- 1 sobre de levadura seca o 15 gramos de levadura de panadería. (¡Ojo!, no vale levadura química)
Preparación:
Primero hacemos la masa de la pizza. Para ello ponemos la harina formando un volcán. En el cráter ponemos el agua, el aceite, la sal, el azúcar y la levadura (si es seca, si es la de panadería la disolveremos antes en el agua). Mezclamos todo bien hasta que quede una masa homogénea, elástica y que no se pegue a los dedos. La dejamos reposando una hora aproximadamente para que haga efecto la levadura.
Pasada la hora, volveremos a amasar ligeramente y dividiremos la masa en dos. Nos saldrán dos pizzas del tamaño de la bandeja del horno. Si no vais a comer tanta podéis congelar la mitad de la masa. La estiramos dándole la forma que queramos y procedemos a cubrirla con una fina capa de tomate y queso.
En una sartén a fuego fuerte doraremos la carne, la cebolla y el pimiento (2 minutos), y lo incorporaremos a la pizza. Un punto que me gusta mucho es echarle una gotas de salsa worcestershire por toda la superficie.
La metemos en el horno, que habremos precalentado a unos 210º, durante unos 10 minutos.
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